JW Broadcasting - Junio de 2023 (graduación de la clase 153 de la Escuela de Galaad)
Kenneth Flodin: ¡Bienvenidos al
programa de junio de 2023 de JW Broadcasting®!
Durante los pasados años, debido a la pandemia del COVID-19, solo podían asistir 24 estudiantes a las clases de Galaad. Ahora, cuando esta escuela cumple 80 años, ¡48 siervos especiales de tiempo completo de todo el mundo pudieron estar juntos de nuevo en una clase! El 11 de marzo, los graduados recibieron un bonito regalo: un programa diseñado especialmente para ellos. Nos alegramos mucho de que puedan escuchar estos discursos.
Aquí está la primera parte del programa de graduación de la clase 153.
Mark Sanderson: “¡Oh, que algún poder nos diera el don de vernos como otros nos ven! Eso nos libraría de muchos errores”. Estas famosas palabras del poeta escocés Robert Burns dan a entender que es imposible que siempre podamos vernos como otros nos ven. Por eso necesitamos que nos enseñen, que nos aconsejen y que nos ayuden a limar nuestras imperfecciones, a trabajar en nuestras deficiencias, en esas cosas que quizá nosotros no podemos ver.
Ustedes, queridos estudiantes de Galaad,
tuvieron la magnífica oportunidad de recibir capacitación centrada en asuntos
espirituales por parte de hermanos que los aman de verdad. Sin duda, durante
todos estos meses pudieron verse como nunca antes se habían visto a sí mismos. Pero
¿saben? Las palabras de aquel poeta también pueden entenderse de una manera
diferente. Quizá lo que no veamos con claridad en nosotros sean las cosas
buenas que todos tenemos o nuestro potencial, todo aquello que podríamos usar
para servirle a Jehová.
1 Samuel 16:7 dice: “El hombre ve lo que tiene ante los ojos, pero Jehová ve el corazón”. Todas las cosas buenas que Jehová vio en tu corazón lo motivaron a atraerte para que fueras su amigo. Y, desde entonces, Jehová te ha confiado diferentes tareas en su servicio. ¿Por qué? ¿Por qué lo hizo? ¿Qué vio Jehová en ti? ¿Qué virtudes, qué cualidades espirituales observó él? Bueno, no sabemos todo lo que Jehová vio en ti porque nosotros no podemos vernos como Jehová nos ve.
Esa puede ser la razón por la que a muchos siervos del pasado les costó aceptar una asignación difícil. Y, veamos algunos ejemplos de esto, personas que no vieron las bonitas cualidades que tenían, pero Jehová sí las vio. Por ejemplo, Gedeón. En Jueces, cap. 6, vamos a buscarlo, Jueces 6:14. Veamos qué le dice Jehová a Gedeón: “Vete, que con la fuerza que tienes salvarás a Israel de las manos de Madián. ¿Acaso no soy yo el que te envía?”. ¿Y cómo reaccionó Gedeón? Ver. 15.
Él dijo: “Perdón, Jehová, pero ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mira que mi clan es el menos importante de Manasés y yo soy el más insignificante de la casa de mi padre”. Bueno, está claro, Gedeón no se veía a sí mismo como Jehová lo vio. Hablemos de Moisés. En Éxodo, cap. 4, cuando Jehová le pidió que sacara a los israelitas de Egipto, Moisés estaba muy al tanto de todas sus limitaciones. De hecho, cuando habló con Jehová, le puso “un pero tras otro”
¿Y acaso Jehová no lo sabía? ¿No conocía las limitaciones de Moisés? ¡Claro! ¡Claro que sí! También sabía que su hermano Aarón era mayor y que hablaba mejor en público. Pero Jehová vio que Moisés era un hombre de fe, generoso y humilde. Esas cualidades hicieron de Moisés la persona idónea para ese trabajo. ¿Y qué hay de Jeremías? Cuando Jehová le dijo que iba a ser profeta, ¿qué fue lo que respondió? Veámoslo. Jer. 1:6.
Él dijo: “¡Ay, Señor Soberano Jehová! Yo no sé
hablar. Solo soy un muchacho”. Y ¿qué le respondió Jehová? “OK, Jeremías, voy a ver si
encuentro a otro”. No. Veamos el 7: “Jehová me respondió: ‘No digas “Solo soy un muchacho”. Porque tienes que ir a todos aquellos
a quienes te envíe y debes decir todo lo que yo te mande’”. ¿Por qué estaba Jehová tan
seguro de que Jeremías era el indicado para esta labor especial?
Por lo que leemos en el ver. 8
Jehová le dijo: “Yo estoy contigo”. Y sí, eso fue lo mismo que Dios le dijo a Gedeón, lo mismo que le dijo a Moisés. Es decir, como Jehová estaba con ellos, les iba a ir bien. Pero también había otra razón. Veamos el ver. 5. Jehová le dijo a Jeremías: “Antes de que yo te formara en la matriz, ya te conocía [¡qué interesante! Ya te conocía]; y, antes de que nacieras, te santifiqué. Te hice profeta para las naciones”. Jehová conocía a Jeremías.
Sabía que tenía las cualidades necesarias para ser un buen profeta con la ayuda de Jehová. Bueno, ¿veía Jeremías lo mismo? No. Solo tenía que confiar en la opinión de Jehová, seguir adelante y hacer lo que le estaba pidiendo. También tenemos excelentes ejemplos de esto en tiempos modernos. El hermano John Booth fue un hombre leal y humilde. Empezó a servir a tiempo completo en 1928. Y, en 1935, lo invitaron a trabajar en la fábrica de Betel.
Tan solo llevaba unos pocos días
trabajando allí, cuando, de repente, el hermano Knorr le pidió que dejara
Betel para ser director regional de servicio, algo parecido a lo que hoy
conocemos como superintendente de circuito. El hermano Knorr
dijo que se necesitaba ayuda y que el hermano Booth podría aportar mucho, por
su experiencia como precursor. El hermano Booth le dijo que él
nunca había tenido responsabilidades en la congregación, que nunca había
discursado. ¿Se imaginan? Y que no le habían dado capacitación.
El hermano Knorr le dijo: “No se necesitan oradores elocuentes, sino […] alguien a quien le encante el servicio […] y que lleve la delantera […] y hable acerca del servicio en las reuniones”. El hermano Booth dijo: “Tenía incertidumbre, miedos y temores, pero, como quería hacer la voluntad de Jehová, dije que lo intentaría”. Bueno, ¿y qué ocurrió? El hermano Booth siguió adelante. Y pasó toda su vida en el servicio de tiempo completo.
Luego formó parte del Cuerpo Gobernante
durante más de 20 años. Cuando el hermano Booth terminó su vida en la Tierra, La Atalaya
afirmó: “Fue muy querido por su humilde y bondadosa personalidad cristiana”. Está claro, Jehová vio algo
bueno en el hermano Booth. ¿Y qué aprendemos de estos ejemplos? Así como
Gedeón, Moisés, Jeremías y el hermano Booth, quizá
no nos sintamos a la altura de ciertas asignaciones.
Y es bueno que no confiemos demasiado en nosotros mismos. Pero tampoco queremos irnos al otro extremo porque, si lo hacemos, podríamos pensar: “Yo nunca podré ser precursor. Nunca podré ser siervo ministerial. Nunca podré ser anciano. Nunca podré ser betelita. Nunca podré ser siervo de construcción” y así sucesivamente. Si nos dan una de estas responsabilidades o cualquier otra, quizá hasta dudemos en aceptarla, cedamos al temor. Pero lo cierto es que no podemos vernos a nosotros mismos como Jehová nos ve.
Por eso es mejor hacernos disponibles y seguir adelante con la tarea que se nos ha encargado, pidiéndole a Jehová que nos ayude a hacerlo bien a pesar de nuestras limitaciones. Ustedes, estudiantes, que están a punto de graduarse, recibirán diferentes asignaciones durante los próximos años. Sean cuales sean, sigan adelante y confíen plenamente en Jehová. Él estará con ustedes y les dará lo que les haga falta, todo lo que necesiten para realizar bien su labor. Entonces, ¿qué responderías? ¿Te ves a ti mismo como Jehová te ve?
Quizá,
hasta cierto punto, sí, pero no del todo. Así que siempre escucha los consejos
y haz los cambios necesarios. Pero también, cuando otros vean tus buenas
cualidades y tu potencial, y se te den nuevas asignaciones, acéptalas y sigue
adelante. Y que nuestro maravilloso Dios, Jehová, siempre
esté contigo y te bendiga en todo lo que hagas.
Mark Sanderson: Ahora, vamos a escuchar el primer
discurso de este programa de graduación.
Lo presentará Jesse Morris, miembro del Comité de Sucursal de Estados Unidos, y se titula
“¿Cómo quieres que se te conozca?”.
Jesse Morris - miembro del Comité de Sucursal de Estados Unidos: El mayor privilegio que alguien puede tener es que se le llame siervo de Dios Altísimo, Jehová. Gracias a su estudio profundo de la Palabra de Dios, ustedes han llegado a conocer muy bien cómo eran algunos siervos de Jehová. Y, cuando escuchan sus nombres, recuerdan sus cualidades. Por ejemplo, ¿en qué cualidades o características piensan cuando oyen los siguientes nombres? Rut, Gedeón, David, Marta…Así es, el nombre de un siervo de Jehová puede hacernos pensar en cualidades o características que debemos imitar.
Pero ¿qué hay de ustedes? Ahora en su nueva asignación, ¿en qué cualidades o rasgos les gustaría que pensaran sus compañeros cuando escuchen su nombre? La Biblia, en el libro de Proverbios, habla de una meta que todos podemos alcanzar. ¿Qué les parece si buscamos Proverbios, cap. 16? Leamos juntos el ver. 21. Proverbios 16:21 dice: “Al que tiene un corazón sabio lo llamarán entendido”
¿Verdad que sería una buena meta que se nos conociera por ser así, por ser alguien que, después de analizar todos los hechos, comprende bien una situación y ve el cuadro completo, es decir, por ser alguien con entendimiento? ¿Pero cómo se demuestra esta cualidad? ¿Pasando un examen con buenas calificaciones? ¿O quizás siendo siempre el primero en dar la solución a un problema en las reuniones de trabajo? Terminemos de leer el ver. 21: “Y el que habla con dulzura es más convincente”.
Entonces, según este texto, ¿cómo se demuestra el entendimiento? Hablando “con dulzura” o, como dice la nota, usando palabras atrayentes o amables. Así que una persona que tiene entendimiento analiza todos los hechos, ve el cuadro completo y busca algo positivo en cada situación. Y, gracias a eso, cuando habla es amable, positiva y convincente. Pero ser entendido es más que solo ser optimistas o pensar siempre de forma positiva. El entendimiento proviene de alguien.
Vamos a verlo en Prov. 9:10: “El temor de Jehová es el comienzo de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es entendimiento”. Ahí está el origen: es el Santísimo, Jehová Dios. Él es tanto la fuente del entendimiento como el ejemplo perfecto de cómo usarlo. Piensen por un momento en lo que pasó justo después de aquella trágica rebelión en el jardín de Edén. ¿Qué hizo Jehová? De inmediato analizó todos los hechos y vio el cuadro completo.
Entonces, en ese momento, justo después de esa dolorosa tragedia, hizo aquella promesa tan positiva que hoy nos da esperanza. ¿Y qué hacía Jehová cientos de años después, cuando la nación de Israel lo abandonaba una y otra vez? Escuchaba sus lamentos, escuchaba sus llantos y veía su arrepentimiento, y una y otra vez les enviaba jueces para que los salvaran. Así que es el propio Jehová el que nos muestra qué es el verdadero entendimiento y, como confiamos en él, nosotros también buscamos lo bueno, hablamos y actuamos con amabilidad y de forma positiva.
Y ¡qué bueno es ver que todos ustedes son así! Ver que se tratan con tanto cariño y hablan de manera tan positiva entre ustedes y con los demás ha sido muy animador. Eso se debe a su profunda confianza en la Palabra de Dios y a su profunda confianza en Jehová. Y, durante estos meses, esta escuela ha pulido sus bonitas cualidades. En contraste, este mundo enseña a la gente a dudar de todo y a no creer en nada. Fíjense en lo que dijo La Atalaya sobre esto.
Dijo: “Que no lo extravíe el concepto
erróneo de que la actitud cínica, crítica o pesimista manifiesta inteligencia. En realidad,
no se necesita mucha inteligencia para pensar negativamente”. ¿Verdad que es un privilegio
saber, como lo saben ustedes, lo que es realmente el entendimiento, es decir,
no solo la capacidad de ver lo que está mal, sino de solucionarlo con una
buena actitud? Si tienen esa capacidad, animarán mucho a los demás.
Una vez un hermano de Betel me habló de un superintendente auxiliar de un departamento que demostró esta cualidad. Resulta que el superintendente del departamento programó una reunión con otros hermanos, pero se olvidó de decírselo a su auxiliar. Cuando llegó el día de la reunión, el superintendente no estaba. Así que empezaron a llegar hermanos para una reunión de la que el auxiliar no tenía ni idea. Sin embargo, el hermano hizo una breve oración y salió a recibirlos a todos.
Luego trató los temas pendientes y les dijo: “Gracias, hermanos, por venir y dejarme dirigir la reunión. Cuando regrese mi superintendente, yo lo voy a poner al día”. Qué bonito ejemplo. No puso en evidencia al hermano. Sabía que era un hombre muy responsable y que esto era solo una excepción, así que fue comprensivo y mostró entendimiento. Claro, va a haber días en los que no nos será fácil demostrar el entendimiento. La verdad es que va a pasar, tenemos que ser realistas.
Pero ¿qué hay si entramos en una mala racha y nos cuesta ver lo bueno en cada situación y hablar y actuar de manera amable y positiva? Quizás hasta nuestro cónyuge o un buen amigo habla con nosotros y nos dice: “Me parece que no estás siendo tan amable y positivo como antes”. ¿Qué haremos? Bueno, cada persona es única, igual que su relación con Jehová. Pero vamos a analizar el ejemplo del escritor del Salmo 73 y extraeremos un principio bíblico. El escritor de este salmo tenía dudas sobre si iba a seguir sirviendo a Jehová o no.
Fíjense en la lucha interna que él tenía. Leamos el ver. 14: “Me pasaba todo el día angustiado; era castigado cada mañana”. Obviamente, puede ser muy difícil demostrar entendimiento cuando nos sentimos así. De hecho, en el ver. 22, el salmista reconoce francamente que “era irrazonable” y “no entendía nada”. Pero ¿qué haría? ¿Se le volvería a conocer como alguien con entendimiento? Fíjense en el ver. 15: “Pero, si yo hubiera dicho todo esto, habría traicionado a tu pueblo”.
Para empezar, no se puso a
esparcir sus inquietudes, porque sabía que el habla negativa podía afectar a
otros siervos de Dios. Para él, el habla negativa era como una
traición, era como revelarle al enemigo el nombre de sus hermanos. A eso
lo comparaba. Lo que hizo fue mantenerse ocupado sirviendo a Dios y
esperar. Y entonces recordó algo que lo hizo cambiar de actitud. Ver.
26: “Mi cuerpo y mi corazón podrán fallar, pero Dios es la roca de mi
corazón y la parte que me corresponde para siempre”. Recuperó el entendimiento.
Él recordó que no estaba solo. Jehová Dios,
la Roca inmovible, lo mantenía estable en medio de la terrible tormenta
por la que estaba pasando. Al darse cuenta de eso, acudió otra vez a la
fuente del entendimiento y pudo volver a analizar los hechos, encontrar lo
bueno en cada situación y también hablar y actuar de manera amable y
positiva. ¿Cuál es la lección?
Cuando nos sintamos angustiados y
veamos que nos falta entendimiento, recordemos esto: no somos los
únicos. Muchos siervos de Jehová se han sentido así. Seamos como el
salmista y no digamos cosas negativas que podrían afectar a los que nos
rodean. Mejor hablemos en privado con un buen amigo, mantengámonos ocupados
sirviendo a Jehová y esperemos. Esperemos a que llegue ese momento, ese
momento en el que nos demos cuenta de que Jehová Dios es la roca de
nuestro corazón.
Y un último punto: tener entendimiento también
implica ser considerados con nosotros mismos. Vamos a cometer errores. Y,
cuando eso pase, nuestra confianza en Jehová nos va a ayudar a encontrar
lo bueno en nosotros. Eso es lo que mencionó antes el hermano Sanderson
y es lo que nos ayudará a mantener una actitud positiva. Hermanos, Jehová
los va a apoyar adondequiera que vayan. Que su confianza en él, la fuente del
entendimiento, se siga fortaleciendo.
Así podrán
manejar cualquier situación analizando los hechos, buscando lo bueno en cada
caso y hablando y actuando con amabilidad y con una actitud positiva. Si lo
hacen así, serán conocidos por ser personas con un corazón sabio y por
demostrar entendimiento.
Mark Sanderson:
Muchas gracias,
hermano Morris, por ese discurso tan animador. Ahora vamos a escuchar a
un ayudante del Comité de Redacción, el hermano Nicholas Ahladis.
Su discurso se titula “Hay un río”.
Nicholas Ahladis - Ayudante del Comité de Redacción: Últimamente,
hemos oído muchas noticias acerca de terremotos. En el Salmo 46 se
habla acerca de un terremoto, pero un terremoto como el que allí se describe
jamás ha ocurrido en la historia de la humanidad. Vayamos al Salmo 46 y
leamos el ver. 1. Dice: “Dios es nuestro refugio y nuestra
fuerza, una ayuda siempre disponible en tiempos de angustia. Por eso
no tendremos miedo, aunque la tierra sufra cambios [o como dice otra
traducción: “aunque la tierra tiemble”], aunque las montañas se hundan en las
profundidades del mar, aunque sus aguas rujan y lancen espuma, aunque sus
turbulencias sacudan las montañas”.
Lo más probable es que, en la
historia de Israel, las montañas jamás se hundieran en las
profundidades del mar. No hay prueba de eso. Pero parece ser que el mundo
alrededor del salmista se estaba derrumbando en cierto sentido. ¿A qué
catástrofe se hace referencia en este Salmo? La Atalaya ha
explicado que lo que aquí se describe encaja con lo que sucedió en los días de Ezequías,
cuando el rey Senaquerib de Asiria amenazaba con invadir Jerusalén.
Y sabemos que Senaquerib hablaba en serio. Para entonces ya había
conquistado naciones vecinas.
También había conquistado las ciudades
fortificadas que rodeaban a Jerusalén y la protegían. Había arrasado
con pueblo tras pueblo hasta llegar a Nob, que los habitantes de Jerusalén
podían ver por lo cerca que estaba. Y, como ustedes saben, Asiria era
famosa por su crueldad.
Se han descubierto en los muros
que adornaban el palacio de la época de Senaquerib representaciones de
actos crueles llevados a cabo en contra de los pueblos conquistados. Con razón
el salmista sentía que el mundo a su alrededor se estaba desmoronando.
No parecía que hubiera ninguna
esperanza. Pero noten que, en el ver. 4, el tono de este Salmo
cambia de repente: “Hay un río, y sus ramales alegran la ciudad de Dios, el santo y
gran tabernáculo del Altísimo. Dios está en la ciudad;
no puede ser derribada. Dios vendrá en su ayuda con las primeras
luces del amanecer”. El tema cambia de catástrofe y caos a
calma y confianza. En este versículo se dice que “hay un río” en “la ciudad de Dios”. Pero en Jerusalén no había
ningún río. Así que, ¿a qué se referirá esto?
Algunos han dicho que se refería a aquel
túnel que Ezequías había construido para traer agua a la ciudad. Pero en
este Salmo, que es una poesía, se establece un paralelo o
una comparación entre el río y el tabernáculo de Jehová, “el santo y gran tabernáculo del
Altísimo”, centro de la adoración pura. ¿Recuerdan lo que
hizo el rey Ezequías cuando recibió las amenazas de Senaquerib? En 2 Reyes,
cap. 19, dice que Ezequías tomó las cartas de los asirios, las llevó
al templo, las extendió ante Jehová y se puso a suplicarle con fervor.
Mediante Isaías, Jehová
le envía un mensaje consolador: “He escuchado la oración que me hiciste sobre el
rey Senaquerib de Asiria […]. No entrará en esta ciudad,
no disparará ninguna flecha contra ella, ni se enfrentará a ella […], ni levantará una rampa para atacarla”. Los hijos de Coré, quienes pusieron
por escrito este Salmo, quizás vieron cuando Ezequías entró en el
templo, y tal vez escucharon la respuesta que dio Jehová mediante Isaías.
Esto los habrá convencido de que Jehová los iba a ayudar. Todos sabemos
lo que pasó después.
En una sola noche, un ángel acabó
con el imponente ejército asirio. Es probable que a esto se refiera el ver.
5 cuando dice: “Dios vendrá en su ayuda con las primeras luces del
amanecer”. ¿Pero qué nos enseña este Salmo? Bueno,
aquí el salmista se está centrando en la Palabra de Dios y
la adoración pura, que compara a un río. Si nos centramos en lo mismo que
él, sentiremos paz, aunque el mundo a nuestro alrededor se desmorone. El Salmo
también dice: “Dios está en la ciudad”, porque su Rey era Jehová,
no Senaquerib.
Es verdad que, por décadas, Judá
había sido rebelde y Dios no estaba en Jerusalén,
pero Ezequías había reparado el templo y restablecido la adoración
pura. Esa adoración pura era como un río de bendiciones. Conectaba a
la gente con Jehová y daba prueba clara de que Jehová estaba
en la ciudad. El libro Adoración pura relaciona este río del Salmo
46 con el río que fluía desde el santuario de Jehová en la visión de
Ezequiel. Tal vez recuerden que ese río se iba haciendo cada vez más
ancho y más profundo a medida que avanzaba.
El libro Adoración pura
dice lo siguiente: “Igual que el río de la visión de Ezequiel,
el caudal de agua pura de la verdad ha crecido muy rápido”.
Ese caudal de agua de la verdad hoy incluye
biblias, y publicaciones y videos basados en la Biblia en más de mil
idiomas. Ezequiel dice que el río se hizo tan profundo que solo se
podía cruzar nadando. Y muy probablemente durante los pasados cinco meses
ustedes se han sentido como Ezequiel. En ocasiones casi se ahogan
bajo todo ese caudal de información.
Y es que aprendieron muchísimas
cosas gracias a los discursos y a la interacción que hubo entre ustedes y sus
instructores, y gracias a haber leído y estudiado la Palabra de Dios. Y es
normal que se hayan sentido ahogados a veces. Además, al igual que Ezequías
y quienes estaban con él, ustedes estaban protegidos en un lugar especial,
como en una ciudad dedicada a la adoración pura. Durante estos últimos
meses, el mundo ha estado sufriendo los estragos de la pandemia, las guerras y
otros desastres.
Pero, como el salmista, sin importar
que la tierra tiemble y que las montañas se hundan, ustedes han disfrutado
de un periodo de paz porque se han centrado en ese río. Pero ahora les toca
volver a luchar en las trincheras con el resto de nosotros. Algunos de ustedes irán
a lugares donde hay problemas económicos, a sitios violentos o a
donde ha habido desastres. Algunos tal vez tengan que lidiar con una enfermedad
o sufran persecución. Pero la lección que les enseña Galaad, que es
la misma que vemos en el Salmo 46, les puede ayudar.
Cuando nos centramos en “el río”, en lo que tiene que ver con la
adoración pura, pueden mantener la calma y la confianza a pesar de los retos
que se les presenten en la vida. Un antiguo escritor griego dijo que
no podemos sumergirnos dos veces en el mismo río, porque el agua
no será la misma y nosotros tampoco. ¿Y no es cierto que
nuestra vida cambia constantemente? De repente nos puede surgir un
nuevo desafío. Pero ese río de bendiciones sigue fluyendo y se renueva
constantemente.
Nos da agua de vida para hacerle frente
a cualquier circunstancia. Incluso cuando el mundo y sus montañas simbólicas se
hundan, y vivamos en caos, ese río seguirá ahí. Una hermana que vive en la zona
de guerra en Ucrania dijo esto: “Lo que más necesitábamos era alimento
espiritual, pero nos quedamos sin internet, así que nos pusimos muy contentos
cuando recibimos las JW Box y pudimos tener de nuevo alimento
espiritual. Es verdad que tenemos muchos problemas y dificultades. Pero,
cuando nos juntamos con nuestros hermanos, esas cosas no son el tema
principal. Más bien, hablamos de cómo Jehová nos está ayudando, de cómo
nos fortalece y de lo agradecidos que estamos”.
Está claro que ella siente paz. Casos
como el de estos hermanos son un ejemplo de que concentrarse en “el río” nos permite conservar la paz, aun en
momentos tan difíciles. Ahora volvamos al Salmo 46. Notemos algunas
expresiones de los vers. 8 y 9, que tal vez se refieren a cuando el
ángel destruyó a los asirios. Dice: “Jehová […] ha hecho cosas asombrosas en la
tierra. Él acaba con las guerras […]. Rompe el arco y destroza la lanza,
quema los carros militares”.
Imagínense lo impactados que tuvieron
que quedar al llegar al campamento de los asirios y ver a todo el ejército
aniquilado. ¿Qué nos enseña eso a nosotros? Nos horroriza ver la guerra y la
violencia que hay en este mundo y cómo afecta a nuestros hermanos, ¡y
queremos que acabe ya! Pero, mientras tanto, saber que Jehová
todavía está en la ciudad, que él todavía gobierna sobre su pueblo, nos da
seguridad. Ningún ser humano ni ningún gobierno como el de los asirios podrá
detener el fluir del río ni derribar la ciudad.
Leamos el
versículo final de este Salmo, el 11. Aquí se repite la animadora idea
del ver. 1: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; el Dios
de Jacob es un refugio seguro para nosotros”. Bueno, no sabemos lo que les
espera en el futuro o qué asignaciones van a recibir ahora que salen de Galaad,
pero pueden estar seguros de que Jehová lo tiene todo bajo control. Él
“está en la ciudad”. Y recuerden la lección que aprendieron
aquí: centren su atención en “el río”, en el río que llena de alegría la
ciudad de Dios,
el río que seguirá fluyendo para siempre.
Mark Sanderson: Muchas gracias, hermano Ahladis.
Ese es uno de mis salmos favoritos. Nos hace sentir seguros en estos tiempos
tan complicados. Ahora comenzará una serie de tres discursos presentados por
instructores de Galaad. Primero escucharemos al hermano Trent
Lippold. El título de su discurso es “Sigan remando”.
Trent Lippold - instructores de Galaad:
El personaje del que vamos a hablar hoy aparece en un relato de la Biblia
muy conocido. Pero no aparece por lo que hizo, sino por lo que le pasó. Es fácil
sentirnos identificados con él y comprender sus sentimientos, pero, además,
la forma en la que reaccionó nos enseña una importante lección que podemos
poner en práctica en nuestro servicio a Dios. La primera vez
que aparece este personaje es en el libro de Marcos. Mar. 14, a
partir del ver. 50.
Jesús se encuentra en el jardín de Getsemaní con
sus 11 apóstoles fieles. Vamos a
ver lo que pasó. Ver. 50: “Y todos lo abandonaron y huyeron. Pero
cierto joven que solo llevaba puesta una prenda de lino de calidad comenzó a
seguirlo de cerca. Trataron de atraparlo, pero él dejó atrás su prenda de lino
y se escapó desnudo”.
Se cree que el joven mencionado
aquí era el discípulo Juan Marcos. Y fíjense en qué cualidad tan
sobresaliente mostró. Cuando todos los apóstoles huyeron, Juan Marcos
siguió a Jesús de cerca. Este joven demostró ser muy valiente.
Mientras que estos hombres importantes huyeron, Marcos se quedó y siguió
a Jesús de cerca. Sabemos que el apóstol Pedro después también
siguió a Jesús, pero fíjense lo que dice de él el ver. 54: “Pedro lo siguió de lejos”. En cambio, Juan Marcos, de
cerca.
Aquí vemos que Juan Marcos
no solo era valiente, sino que también amaba mucho a Jesús. Ahora
bien, ¿conocía Juan Marcos bien a Jesús, había tratado mucho con
él? Algo sí, pero no sabemos cuánto. Lo que sí sabemos es que amaba
tanto a Jesús que arriesgó la vida por él. La Biblia
describe a Juan Marcos como “un socorro fortalecedor” y “una fuente de gran consuelo”. Esa era la reputación que se había
ganado. Y sabemos, por nuestro estudio de la Biblia, que Juan
Marcos trabajó a la sombra de personas con muchas responsabilidades: el
apóstol Pablo, el apóstol Pedro y Bernabé.
La primera vez que Pablo y Bernabé
se fijaron en Juan Marcos fue cuando estaban en Jerusalén. Pablo —o Saulo, como se le conocía
entonces—y Bernabé llegaron allí en el año 46. Entonces se
llevaron con ellos a Juan Marcos a la ciudad de Antioquía, donde muchas
personas estaban abrazando el cristianismo. ¡Qué asignación tan emocionante!
Más tarde, en el año 47, Bernabé y Saulo escogieron a Juan
Marcos para que los acompañara en su primer viaje misionero. Así lo
indica el relato de Hechos, cap. 13.
Hechos 13:4, 5 dice: “Así que estos hombres [Bernabé y
Saulo], enviados por el espíritu santo, bajaron a Seleucia y allí se
embarcaron para Chipre. Cuando llegaron a Salamina, se pusieron a
predicar la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Y Juan
iba con ellos de ayudante”. Juan Marcos. Aquí dice de él que era un “ayudante” o un asistente. El escritor de Hechos
usó una palabra griega muy interesante que significa literalmente “remero subordinado”.
Los remeros subordinados eran hombres
que iban debajo de la cubierta de los grandes barcos de guerra romanos. Iban debajo de la cubierta
remando al mismo tiempo que todos los demás compañeros y tenían que seguir el
ritmo que les marcaba el capitán. ¿Por qué se usaría aquí este término para
referirse a Juan Marcos? Hay una pista en el vers. 4, que dice
que ellos “se embarcaron para Chipre”. Así que la referencia al remero de un barco se
entendería muy bien.
Por cierto, Pablo usó este mismo
término en 1 Corintios, cap. 4, para decir que él era un siervo
o ayudante de Dios. ¿Por qué nos llama la atención este hecho? ¿Por
qué usó este término? Pues porque había una bahía cerca de Corinto donde
llegaban grandes barcos de guerra romanos y, por esa razón, de nuevo, la
gente de ese lugar también estaba familiarizada con lo que era un remero. Al principio
del discurso, hablamos de algo que le pasó a Juan Marcos.
Podemos ver exactamente lo que pasó
yendo al libro de Hechos, cap. 15, ver. 37: “Bernabé estaba decidido a llevarse con ellos a Juan,
al que llamaban Marcos. Pero a Pablo no le parecía bien
llevárselo porque se había separado de ellos en Panfilia y no los
había acompañado en la obra. Esto provocó un fuerte estallido de ira, y
cada uno se fue por su lado. Bernabé se llevó a Marcos con él y
se embarcó hacia Chipre”. Se le negó una oportunidad, le
cerraron una puerta, pero ¿qué hizo Marcos? Se embarcó a Chipre
junto con Bernabé.
Se mantuvo muy activo sirviendo a Jehová.
¿Cómo pudo hacerlo? Pues Juan Marcos no dejó que la tristeza por
la bonita asignación que acababa de perder le impidiera valorar las
oportunidades que se abrían frente a él. Y, mientras Juan Marcos se iba
para Chipre, ¿qué hacía Pablo? El ver, 40 dice que “Pablo eligió a Silas”, y el 41, que “pasó por Siria y Cilicia
fortaleciendo a las congregaciones”. Si continuamos con el relato en
el cap, 16 de Hechos, vemos que llegaron a Derbe y luego a Listra,
y el ver. 1 dice que conoció a “un discípulo llamado Timoteo”.
¿Y qué dice el versículo 3?
Que Pablo expresó el deseo de que este joven “lo acompañara”. El sustituto de Marcos. Ahora
Pablo comienza su viaje con Timoteo y, en menos de un año, les
escribe una carta a los cristianos de Tesalónica. Y en esa carta,
en el cap. 1, ver. 1, Pablo les envía sus saludos y los de Silas
y Timoteo. Y luego, en su segunda carta, saludos también de Pablo,
Silas y Timoteo. ¿Se han preguntado alguna vez cómo se sentiría Marcos
en ese momento?
Cinco años después Pablo escribe
a los corintios y de nuevo manda saludos de él y de Timoteo. Y, mientras
la carrera de Timoteo despegaba, ¿dónde estaba Marcos? Remando.
Marcos seguía sirviendo fielmente a Jehová. Y, 11 años
después, en el año 60 y el 61, cuando Pablo estaba en Roma,
¿quién estaba con él? Juan Marcos. Y, cuando Pablo escribió
cartas a algunas congregaciones, habló de Juan Marcos. De hecho, en
una de las cartas en las que envía saludos, la Carta a los Colosenses,
les menciona que quiere enviarles a Juan Marcos como su representante
personal.
Eso dice mucho de la clase de hombre
que era Marcos y de la reputación que tenía. El hecho de que Pablo
escogiera a Marcos para que lo representara indica que Marcos se
había ganado totalmente su confianza. ¡Qué buena reputación tenía! Es verdad
que la Biblia no habla de los retos a los que se enfrentó Juan
Marcos en su ministerio. No hay naufragios ni palizas ni hambre ni se
le da por muerto, pero sí se habla de una prueba que tuvo que afrontar. Y fue
el problema que tuvo o la situación que surgió con el apóstol Pablo, su
hermano.
Sin embargo, se ve claramente que
no había resentimiento entre estos dos hombres, a pesar de lo que
pasó. De hecho, en las últimas palabras que Pablo escribió, que se
encuentran en su 2 Tim. cap. 4, le dice a Timoteo: “Trae a Marcos contigo, porque me
es útil”. Juan Marcos, el remero. Y es curioso
que, aunque sabemos muchas cosas de Timoteo, no leemos en la Biblia
nada que haya dicho o escrito. En cambio, Marcos escribió un Evangelio
y, como un buen remero subordinado, nunca mencionó su nombre.
Cuando juntamos todas las piezas de lo
que la Biblia nos dice de Marcos, tenemos el retrato de un hombre
que 1) predicaba con entusiasmo las buenas noticias por todas partes y 2)
era feliz sirviendo a otros. Solo por esto ya es digno de imitar. Pero hay
mucho más. En el futuro, tal vez pasen por una situación como la de Marcos
con Pablo y Bernabé. Puede que sus circunstancias cambien debido a
problemas de salud o asuntos familiares. Puede que les cierren una puerta o
que, sencillamente, no se la abran.
Al igual
que Marcos, no dejen que la tristeza por las asignaciones que
pierdan les impida valorar las oportunidades que se abran frente a ustedes. Como
Juan Marcos, mantengan su fe fuerte y estén ocupados. No dejen
de remar. Colaboren con sus hermanos y hermanas, y trabajen para el Amo
en unidad. Que todos ustedes sean como Marcos y sigan remando.
Mark Sanderson: Muchas, muchas gracias, hermano Lippold,
por esos consejos tan prácticos. Ahora
escucharemos a otro de los instructores de la Escuela de Galaad, el
hermano Richard Chilton. Su discurso se titula “Adonde tú vayas yo iré”.
Richard Chilton – Instructor de Galaad:
¿Qué tienen en
común las siguientes frases? Construye un arca. Elige a 300 hombres. Marchen
alrededor de la ciudad siete veces. Sigan esta ruta hacia el mar Rojo. ¿Saben
la respuesta? Jehová le estaba dando a su pueblo instrucciones. Y, como
sucede con estos ejemplos, a veces las instrucciones pueden parecer, digamos,
algo extrañas. No es difícil imaginarse a Noé respondiendo, “¿De verdad quieres que yo haga un arca
enorme?”.
O a Gedeón preguntando, “¿Solo 300 hombres contra un ejército de
135.000? ¿Estás seguro?”. O a Josué diciendo: “¿Marchar alrededor de Jericó siete
veces y luego solo tocar los cuernos? ¿Eso es todo?”. O a Moisés preguntando: “¿Por qué tenemos que ir hacia el mar
Rojo? Yo creo que hay una ruta mucho más directa hacia la Tierra
Prometida”. ¿Verdad que todos pudieron haber reaccionado
así? ¿Pero lo hicieron? Dejemos que la Biblia nos dé la respuesta. Génesis
6:22.
Dice: “Así que Noé hizo todo lo que Dios
le había mandado. Lo hizo tal como él había dicho”. De hecho, en los ejemplos que
mencionamos, todos ellos hicieron tal como se les dijo. Quizá no eran
las instrucciones que ellos esperaban, pero fueron humildes, cambiaron su forma
de pensar y decidieron seguir la guía divina adonde fuera que los llevara. Y,
al hacer eso, no solo se salvaron a sí mismos, sino a todos los que iban
con ellos. No hay duda, el que los estaba dirigiendo era Jehová.
Y, al estar dispuestos a obedecer, en
realidad le estaban diciendo a Jehová: “Adonde tú vayas, yo iré”. Y, bueno, ¿qué hay de ustedes,
estudiantes que se van a graduar hoy? Como los fieles siervos de la
antigüedad, ustedes no están solos, no están solos en este viaje. Jehová
sigue estando en el mismo lugar. Él tiene las riendas; el guía a su
pueblo. La única diferencia es que ahora Jehová nos da
instrucciones por medio del “esclavo fiel y prudente”, pero, como nosotros no tenemos
todos los detalles, a veces esas instrucciones pudieran parecernos algo
extrañas.
Aun así, ustedes obedecieron las
instrucciones, fueran cuales fueran y sin importar adónde los llevaran. Y,
por eso, queremos darles las gracias. De hecho, les damos las gracias a
todos los que nos están escuchando, por ser obedientes a las instrucciones del
esclavo. Pero hoy especialmente les
damos las gracias a ustedes, queridos graduados de Galaad. ¿Por qué? Porque durante los pasados cinco
meses, hemos visto que han seguido al pie de la letra las instrucciones del
esclavo fiel. Hicieron tal como se les dijo.
Por ejemplo, cuando presentaron sus
asignaciones, lo hicieron en inglés, aunque para la mayoría esta
no es su lengua materna. También había normas relacionadas con el
COVID, y ustedes las obedecieron todas. Aunque a veces no era fácil
hacerlo, lo hicieron para proteger la salud de sus compañeros. Y, cuando
recibieron consejos, no solo de los instructores, sino de sus compañeros,
dieron las gracias por ellos y enseguida se esforzaron por ponerlos en
práctica.
Ha crecido el amor que sienten
unos por otros, por la organización de Dios, por Jehová y por su Hijo,
Jesús. Todo esto demuestra claramente que ustedes están atentos a la
dirección del esclavo fiel. ¿Y qué pasará cuando se vayan de este lugar? Aunque
se les asigne regresar al mismo lugar del que vinieron, ustedes ya
no serán las mismas personas, y las cosas puede que no sean como
ustedes las recuerdan. Sin embargo, estamos totalmente seguros de que, sin
importar lo que pase en el futuro, ustedes tendrán la misma actitud que tuvo Rut,
la moabita.
Recuerden que, cuando ella se enfrentó
a cambios difíciles en su vida, le dijo estas palabras a Noemí. Las
encontramos en el libro que lleva su nombre, en Rut 1:16, 17: “Rut le dijo: ‘No insistas en que te deje, en que me
separe de ti; porque adonde tú vayas yo iré, y donde tú pases la noche yo
pasaré la noche. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.
Donde tú mueras yo moriré, y allí seré enterrada. Que Jehová me castigue
severamente si me separo de ti por otra razón que no sea la muerte’”.
¿Y qué implicaría todo esto para Rut? Ella iba a tener que dejar atrás
todo lo que conocía. Tendría que formar parte de un pueblo con creencias
diferentes a las suyas. Tendría que seguir tradiciones que podrían
llevarla a casarse con alguien que ella no iba a elegir, alguien a quien
ella no conocía y jamás podría volver a su vida anterior. Cuando Rut
le dijo a Noemí: “Adonde tú vayas yo iré”, ella no puso condiciones,
no puso peros, no negoció. Estaba decidida. Lo de Rut
no fueron solo palabras, fue una actitud mental.
Era la misma actitud que tuvieron Noé,
Gedeón, Josué y Moisés, ¿verdad? Y, como ellos, si nos esforzamos por ver
siempre quién está detrás de las instrucciones, cultivaremos un deseo sincero
de ir con el carro —ni debajo de él, ni detrás de él—, junto al carro celestial. Esta idea siempre
me trae a la mente un bonito recuerdo. Y es que, cuando mi esposa y yo
vivíamos en Sudáfrica, una vez vi una enorme bandada de pájaros volando. No sé
qué pájaros eran, pero lo que sí sé es que eran miles. Se movían de un
lado para otro.
Creaban figuras en perfecta sincronía. Era un espectáculo que te
dejaba sin aliento. Y algo interesante es que los científicos piensan que
estos pájaros no están pendientes de toda la bandada. Solo se fijan en los
pájaros que tienen a su lado, los que están más cerca. Cuando estos giran,
ellos giran. Todos ellos hacen lo mismo y crean una preciosa coreografía. De manera
similar, cuando por nuestras palabras y nuestras acciones demostramos esa
actitud mental, “Jehová, adonde tú y el esclavo vayan yo iré”, motivamos a los que están cerca de
nosotros a hacer lo mismo.
Y, cuando hay cambios en las
instrucciones teocráticas, y nosotros giramos, nuestros hermanos y hermanas
giran con nosotros. Y, cuando el pueblo de Dios cambia de dirección
en perfecta sincronía, Jehová lo observa y disfruta del espectáculo. Tal
como Noé, Gedeón, Josué, Moisés y Rut nos pusieron el ejemplo a
todos nosotros, ahora, queridos graduados, les toca a ustedes ponerles el
ejemplo a los demás.
Si ustedes
siguen obedeciendo al pie de la letra las instrucciones que Jehová nos
da por medio de su esclavo fiel, los demás verán cómo él los bendice. Verán que
él los protege, que él los cuida. Verán que ustedes están felices, contentos. Y,
como querrán experimentar lo mismo que ustedes, ellos se sentirán impulsados a
decir: “Adonde ustedes vayan yo iré”.
Mark Sanderson: Muchas gracias, hermano Chilton.
Fueron muy buenos consejos, tanto para los estudiantes como para todos
nosotros. Muchísimas gracias. Ahora escucharemos al tercero y último de los
instructores de Galaad, el hermano James Cauthon. Su discurso
se titula: “¿Solo consejero, o también pastor?”.
James Cauthon – Instructor de Galaad: ¿Ustedes
qué prefieren: un consejero hábil o un pastor cariñoso? Como ustedes ahora, al salir de Galaad,
tienen que fortalecer la organización y animar a los hermanos, me parece que
este es un buen tema, incluso también para las hermanas. Sabemos que un
consejero es alguien que ofrece orientación. Y hay consejeros para todo: consejeros
para el matrimonio, para asuntos financieros, para cuando muere un ser querido…, para todos los temas. Y está claro que los
consejos que dan estas personas varían según su experiencia o su educación.
De Ahitofel, la Biblia dice que era consejero y, de hecho, sus consejos “se consideraban como las palabras del Dios verdadero”. Y hoy también puede haber quien se crea buen consejero, y puede que vaya dando consejos por ahí. Quizás algunos pueden ser buenos, y otros, no tanto. Un esposo al que le gusta dar soluciones, cuando ve a su esposa triste e inquieta, le dice: “Deja de preocuparte”. O un anciano, cuando aconseja a un hermano que se siente muy angustiado, le lee rápidamente un texto adecuado y dice: “Supéralo ya”.
¿Servirán de algo esos consejos? Se dice que a las personas no les importa cuánto sabes hasta que saben cuánto te importan. ¿No es cierto que un consejo nos llega más si viene de un pastor cariñoso? Los pastores te consuelan, te fortalecen, te escuchan y nunca pasan por alto tus necesidades emocionales. Jehová nos da consejos y nos guía. Pero hace más que eso: nos pastorea con cariño. Cuando nos aconseja, se ocupa también de nuestras necesidades emocionales y sigue pendiente de nosotros.
En cierta ocasión, atendió a un profeta que estaba deprimido. ¿Quién fue? El profeta Elías. Vayamos a 1 Reyes 19. Repasemos aquí, por un momento, cómo trató Jehová a Elías. Seguramente recordarán que Elías estaba muy asustado por culpa de Jezabel, así que huyó a Beer-Seba, a unos 150 kilómetros (95 millas), y luego al monte Horeb, a unos 320 kilómetros (200 millas). Pero fíjense en el ver. 5. Dice: “Entonces [Elías] se acostó y se quedó dormido debajo de la retama. Pero, de repente, un ángel lo tocó y le dijo: ‘Levántate y come algo’.
Cuando él miró, vio junto a su cabeza un pan redondo sobre piedras calentadas y una jarra de agua. Comió y bebió, y volvió a recostarse. Más tarde, el ángel de Jehová volvió por segunda vez, lo tocó y le dijo: ‘Levántate, come. Si no, el viaje va a ser demasiado para ti’. Así que se levantó, comió y bebió. Aquella comida le dio fuerzas para caminar 40 días y 40 noches hasta Horeb, la montaña del Dios verdadero”. ¿Vieron? El ángel despertó a Elías, le sirvió comida, y Elías volvió a dormirse, como suelen hacer los que están deprimidos.
Quizás el ángel esperó toda la noche y
después despertó a Elías otra vez y volvió a darle algo de comer. Y ese
alimento le dio la energía a Elías para caminar 40 días y 40 noches
hasta llegar a Horeb. Ahora, pregúntense lo siguiente: “¿Creen que al ángel le parecía bien la
forma en la que estaba actuando Elías?”. ¿No creen que le hubiera gustado
darle un consejito a Elías y decirle: “Ay, Elías, ¿ya está bien? Supéralo.
¿Mira, confía en Jehová y vuelve
a tu asignación”?
Pero no hizo eso. Jehová sabía muy bien lo que pensaba Elías.
Pero ¿estaba de acuerdo con él? No,
claro que no. Un simple consejero lo hubiera corregido. Pero, como Jehová
es “el Dios de todo consuelo”, primero se aseguró de atender sus
necesidades emocionales. Finalmente, cuando Elías entró en la cueva,
allí en el monte Horeb, ¿qué hizo Jehová? Con una voz calmada y
baja, muy cariñosa, le preguntó: “¿Qué haces aquí, Elías?”. Jehová lo estaba invitando a
expresarse, a decir lo que sentía. “Cuéntame, Elías”. Y aquello funcionó. Miren el
10.
Esto es lo que Elías le dijo: “He demostrado devoción absoluta por Jehová,
el Dios de los ejércitos. El pueblo de Israel ha abandonado tu
pacto”. Él sentía que su trabajo no servía
para nada. También dijo: “Soy el único que queda”. Se sentía solo. Y añadió: “Ahora quieren quitarme la vida”. “Quieren matarme”. Tenía muchísimo miedo. Bueno, Jehová
escuchó a su profeta y atendió cada una de sus necesidades. Después de eso, Jehová
le dio a Elías el ánimo que necesitaba para seguir realizando su labor y
hacerlo con valentía.
¿Qué podemos aprender de este ejemplo? Primero vemos que Jehová
tomó en cuenta cómo se sentía Elías, aunque no estuviera de acuerdo
con él. Y también aprendemos que, a menudo, lo que hace falta
no es dar una solución rápido, sino simplemente dejar que la persona se
exprese sin que se sienta juzgada. Eso la hará sentir muy bien. De hecho,
hermanos, escuchar está tan relacionado con amar que para muchas personas es
exactamente lo mismo.
Así pues, si queremos ser buenos
pastores, como Jehová, hay que escuchar con paciencia a quienes queremos
ayudar y tomar siempre en cuenta sus sentimientos. Quedémonos con cuatro
ideas, ¿OK?
La primera: no hablemos tanto y
escuchemos más. Mostremos empatía. Recordemos que la empatía es
tratar de ver con los ojos del otro, escuchar con los oídos del otro y
sentir con el corazón del otro. Tengan en cuenta, hermanos, que, a veces, los
seres humanos nos damos demasiada importancia, especialmente cuando se nos
da cierto grado de autoridad. Por eso, si nos apresuramos a darle algún
consejo a alguien sin escuchar, la persona podría pensar que nos creemos
superiores a ella. Pero, si estamos dispuestos a escucharla, aunque hable sin
pensar o suelte alguna barbaridad, le demostraremos que somos humildes de
verdad.
La segunda idea: respetemos los
sentimientos de los demás, no los pasemos por alto. Tengamos cuidado, no digamos
nada que sea una falta de respeto a sus sentimientos, porque son reales. “¡Qué duro! —podríamos decir—Entiendo por qué te sientes así”. Cuando escuchamos con empatía
a alguien, en realidad le estamos diciendo: “Te valoro” o “Tú me importas, tus sentimientos me
importan”. Y, si percibe que respetamos sus
sentimientos, estará mucho más dispuesta a escuchar el consejo que vayamos a
darle después. Recuerden, queremos respetar y no…Ah, y, por cierto, les digo una cosa.
Lo que hace que un consejo sea
bueno no es solo que sea acertado, también cómo se dice y cuándo se dice,
¿no les parece? Así que, no lo olviden, no va a ser bueno solo
porque sea acertado. Queremos respetar y no despreciar los sentimientos
de los demás. “¿Sabes qué? Eres demasiado sensible”. “¿Por qué te preocupas? Mejor no me
lo digas”. “No tengo tiempo para esto”. “Tienes que ser más espiritual”. Aunque no sea nuestra intención,
podría entenderse algo como: “No importas. Tus sentimientos no importan, y
me da igual lo que te pasa”.
La tercera idea: expresarse es difícil.
Quien nos cuenta
lo que piensa y cómo se siente, quizás tenga miedo o se sienta incómodo. Por
eso, sabemos que es muy importante ponernos en su lugar.
Y, ahora, la última idea: dar consejo
es totalmente opcional. Ustedes, ancianos, ¿han hecho alguna vez alguna visita de pastoreo en la
que apenas han dicho nada, y el hermano luego les dice: “¿Sabes? ¿Esta es la mejor visita que me
han hecho”? Lo que
algunos necesitan no es a alguien que les solucione los problemas, sino a
alguien que los sepa escuchar, alguien que no les diga cómo deben
sentirse, sino a alguien que los escuche sin juzgarlos.
Queridos
hermanos, se dice que el tiempo es vida. Y, si no les damos nuestro
tiempo a los hermanos, ¿estaremos dispuestos a dar por ellos nuestra vida? Quien
“le muestra compasión al necesitado”, dándole tiempo y atención, le está
haciendo “un préstamo a Jehová”, y la Biblia dice que “él lo recompensará” a su debido tiempo. Si combinamos
los consejos con el cariño de un pastor, seremos una bendición para nuestros
hermanos, y Jehová y Jesús nos querrán mucho.
Mark
Sanderson: Te damos
muchas gracias, hermano Cauthon, por esos sabios y útiles consejos. Estoy
seguro de que los ancianos de todo el mundo se beneficiarán de escuchar tu
discurso cuando esté en JW Broadcasting.
Kenneth Flodin: Esperamos que hayan disfrutado
mucho de la primera parte. La segunda y la tercera estarán
disponibles en jw.org durante este mes.
Antes de terminar, visitemos la isla de
Groenlandia. Es la isla más grande del mundo. Y, ¿cómo se la
imagina? ¿Playas de arena blanca, un clima cálido y soleado? No, Groenlandia
es uno de los países que están más cerca del polo Norte, y el hielo
cubre casi toda su superficie.
De noche, las auroras boreales
bailan en el cielo. Allí viven zorros árticos y osos polares, y las aguas
turquesas de los fiordos están salpicadas de hielo.
En Groenlandia se inventó
el kayak, porque los cazadores necesitaban una embarcación estrecha para
navegar a través del hielo. La mayoría de las personas viaja en barco
porque hay muy pocas carreteras.
Y nuestros hermanos también los usan para llegar a los pueblos esparcidos por toda la isla. Los publicadores de Groenlandia han tenido que ser creativos al utilizar medios de transporte para desplazarse.
Los primeros publicadores de la isla, Kristen Lauritsen y Arne Hjelm, incluso usaron trineos arrastrados por perros para completar una gira de predicación que cubrió 1.600 kilómetros (1.000 millas).
Hoy en día los publicadores siguen siendo creativos.
Buscan a personas que muestren interés
en negocios, puertos de pesca y mediante el teléfono.
Traducir al groenlandés es complicado
porque las palabras tienen muchas sílabas.
Pero los hermanos trabajan duro y
producen publicaciones y videos para las 57.000 personas que hablan este
idioma.
El 30 de octubre de 2021 se publicó la Traducción del
Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas en groenlandés, una gran
noticia para los que aman la Palabra de Dios en la isla.
Los 120 publicadores de Groenlandia les mandan su amor y saludos a los hermanos por todo el mundo.
Desde la central mundial de los
testigos de Jehová, ¡esto es JW Broadcasting!